Hubo un tiempo, hace no mucho, en que sacar el último gadget era el flex definitivo. El iPhone nuevo, el PlayStation recién salido, los AirPods Pro. Era una declaración de estatus, un ticket a la conversación. Hoy, esa sensación está glitchando. La Gen Z está lidiando con una verdad incómoda: los gadgets son absurdamente caros, la inflación nos está comiendo vivos y ese flex ya no se siente tan chido. El capitalismo de la tecnología nos ha traicionado, dejándonos con productos que cuestan un ojo de la cara y que, francamente, no son tan diferentes del modelo anterior.
La Curva de la Innovación se Hizo Plana, la de Precios se Fue al Cielo
El problema no es que los teléfonos sean malos; es que son demasiado buenos y demasiado caros. Mi teléfono de hace tres años hace casi lo mismo que el modelo que acaba de salir. Las mejoras son marginales: una cámara ligeramente mejor, un chip que no noto, un color nuevo. Es el "glitch de la indiferencia tecnológica". Ya no hay esa euforia de la novedad, porque la innovación real se está enfocando en cosas invisibles como la IA y los servidores, no en lo que tengo en la mano.
Mientras la curva de innovación se aplana, la curva de precios sube como cohete. Comprar el último modelo de cualquier cosa premium ya no es una inversión, es un sacrificio. Para la Generación Z, ahorrar es un deporte de alto riesgo en esta economía, y gastar el equivalente a un mes de renta en un teléfono que se va a rayar en dos semanas, simplemente no matchea con nuestras prioridades.
El verdadero 'flex' ya no es el gadget, sino poder pagar el súper sin estresarte.
La Obsolescencia Programada y la Revuelta del Teléfono Viejo
A esto hay que sumarle la vieja confiable: la obsolescencia programada. Las baterías mueren, las actualizaciones dejan de llegar y, mágicamente, tu dispositivo se vuelve lento justo cuando sale el nuevo. Nos tratan como clientes tontos que deben entrar en el ciclo de consumo constante.
Pero la Gen Z, que ama la sostenibilidad y la economía circular (porque somos pobres, pero con conciencia), está revirtiendo el glitch. La tendencia es: Reparar es el nuevo Comprar. El mercado de reacondicionados está on fire. Usar un teléfono de hace dos o tres generaciones, cambiarle la batería en casa (o en un local de barrio) y ponerle una funda vintage ya es una declaración. Es decirle a Apple o a Samsung: "No me vas a obligar a gastar mi lana."
El Nuevo Estándar de Estatus: La Tecnología Invisible
Si ya no podemos flexear con el hardware, ¿con qué lo hacemos? Con la tecnología invisible (como discutimos antes). El estatus se muda a:
- El Setup de Trabajo Remoto: Un buen micrófono, una silla ergonómica (porque la salud es el nuevo dinero) y una iluminación decente.
- El Software Premium: Pagar la suscripción a herramientas de IA que de verdad te hagan la vida más fácil.
- La Duración del Producto: Mostrar con orgullo un gadget que has mantenido vivo por más de 5 años. Eso es un flex legendario.
La relación con la tecnología está cambiando. De ser un objeto de deseo, el gadget se está convirtiendo en una herramienta funcional y un gasto que se debe evaluar fríamente. Ya no estamos comprando sueños; estamos comprando utilidad. Y si la utilidad cuesta más de lo que ganamos, entonces que se quede en la vitrina. El consumismo tecnológico de la vieja guardia está on hold. Es hora de que las empresas entiendan que el precio ya no es un símbolo de estatus, es una barrera. Y los Z estamos aprendiendo a saltarlas.
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