El hype que no explotó
Recuerdo el hype. Hace unos años, la pantalla plegable era la promesa de un futuro de ciencia ficción. Un teléfono que se convertía en tablet. El fin de las fronteras entre dispositivos. Era la innovación que necesitábamos. Pero después de varias generaciones, la revolución se siente más como un murmullo que como un grito. ¿Dónde quedó la masificación?
El problema no es que sean malas. Son una proeza de ingeniería. El problema es que son un capricho de nicho que no ha podido justificar su precio astronómico ni ha resuelto sus problemas fundamentales. El crack a mitad de la pantalla sigue ahí, y el volumen que añaden a tu bolsillo se siente como un regreso a los viejos tiempos de los teléfonos "ladrillo".
La ecuación del valor no cierra
Para la Generación Z, la tecnología debe ser o transformadora (como la IA) o accesible (como los smartphones de gama media). Los plegables no son ni una cosa ni la otra. Ofrecen una experiencia de tablet que la mayoría de los usuarios resuelve con su tablet o laptop de siempre, pero a un costo que duplica o triplica el precio de un teléfono estándar.
La gente no necesita más pantalla, necesita mejor uso de la pantalla que ya tiene. La funcionalidad de "pantalla dividida" para hacer dos cosas a la vez no es una necesidad viral, es una característica de productividad que solo atrae a un pequeño subconjunto de usuarios súper-poderosos. Para el 90% de la gente, un TikTok a pantalla completa es suficiente.
El hardware versus el software
El verdadero asesino de los plegables ha sido la falta de adaptación del software. El ecosistema de Android, y especialmente las aplicaciones, no está optimizado para el cambio constante de formato. Abrir una app que se ve perfecta en vertical y luego en horizontal a veces es un caos de escalado y diseño. Los desarrolladores no han tenido el incentivo económico para reescribir sus apps para un nicho tan pequeño.
La innovación técnica siempre es admirable, pero si no resuelve un problema real y universal, se queda en la vitrina. El mercado parece haber hablado: el teléfono plegable es una prueba de concepto elegante, pero no el futuro que esperábamos.
Si el teléfono plegable costara lo mismo que un iPhone 15, ¿lo comprarías? ¿O sigue siendo un gadget innecesario para tu día a día digital?
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