Despertaste. Checaste tu teléfono. TikTok te mostró exactamente lo que querías ver antes de que supieras que lo querías. Instagram te recomendó una cuenta que se siente como si te conociera desde hace años. Y YouTube te sugirió un video que te hizo sentir visto. Todo esto antes de lavarte los dientes.
Bienvenido a 2025, donde el algoritmo ya no solo predice lo que te gusta: está construyendo quién eres.
La **Generación Z** creció con esto. No recuerda un internet sin algoritmos. No conoció Facebook cronológico ni YouTube sin recomendaciones. Para nosotros, el feed curado es el internet real. Y eso tiene consecuencias más profundas de lo que parece.
El espejo que solo refleja lo que quieres ver
Antes, tu identidad se formaba en la escuela, con tus amigos, en la calle, con tu familia. Hoy, se forma en un loop de retroalimentación algorítmica. Das like a un meme de nicho. El algoritmo te muestra diez más. Te metes a un rabbit hole. Tres días después ya te defines por eso.
¿Te gusta el aesthetic cottage core? El algoritmo te va a bombardear con eso hasta que pienses que eres una persona campirana que odia la ciudad. ¿Viste un video de criptomonedas? En una semana ya estás convencido de que el sistema financiero va a colapsar. No estoy exagerando. Así funciona.
El problema no es que explores intereses nuevos. El problema es que el algoritmo no te deja salir de ellos. Te encierra en una burbuja tan cómoda que olvidaste que existe un mundo afuera.
La tribalización digital: todos somos un nicho ahora
La Gen Z es la generación más diversa, pero también la más fragmentada. Todos tenemos microidentidades hiperspecíficas. Ya no eres solo alguien que le gusta la música. Eres un indie sleaze revival enthusiast con tendencias dark academia y un toque de Y2K futurism. Y sí, eso es real, lo vi en TikTok.
Estas microidentidades no surgieron de la nada. Las creó el algoritmo. Nos separó en tribus digitales tan específicas que ya no podemos hablar con alguien de otra burbuja sin que se sienta como estar traduciendo otro idioma.
¿El resultado? Una generación que se siente conectada globalmente pero increíblemente sola. Todos estamos en línea, pero nadie está en la misma conversación.
Crecimos siendo curados, no descubriendo
Hubo una época en la que descubrías música porque tu primo te pasó un CD. O conociste una banda porque las escuchaste de fondo en una fiesta. O encontraste una película rara porque estaba en el estante de una tienda de rentas.
Hoy, todo lo que consumes ya fue filtrado por una IA que sabe más de ti que tú mismo. Spotify ya te armó tu playlist. Netflix ya decidió qué vas a ver. TikTok ya eligió el meme que te va a hacer reír.
Suena eficiente. Y lo es. Pero también es triste. Porque perdimos algo importante en el camino: la capacidad de sorprendernos. De encontrar algo que no sabíamos que nos iba a gustar. De salir de nuestra zona de confort sin que nadie nos lo recomendara.
El lado oscuro: cuando el algoritmo se vuelve adictivo
El algoritmo no solo te conoce. Te manipula. Sabe exactamente qué botón emocional presionar para que sigas scrolleando. Sabe que los videos de 7 segundos te enganchan más. Sabe que el contenido polémico te hace comentar. Sabe que la validación social te hace volver.
Y la Gen Z lo está pagando caro. Los niveles de ansiedad, depresión y FOMO están por las nubes. No es coincidencia. Crecimos en un mundo donde nuestra autoestima depende de cuántos likes conseguimos y dónde el algoritmo decide si somos relevantes o no.
Literal, hay una IA decidiendo si tu contenido merece ser visto. Y si no le gustas al algoritmo, simplemente no existes. Esa presión es brutal.
¿Se puede vivir sin el algoritmo?
La pregunta del millón. Algunos intentan desconectarse. Borran redes. Se van a vivir su vida offline. Y está bien. Pero seamos honestos: no es realista para la mayoría.
El algoritmo ya no es opcional. Es parte de cómo funcionan el trabajo, la educación, la socialización. No puedes simplemente salirte. Pero sí puedes ser más consciente de cómo te afecta.
Empieza por algo simple: deja de consumir contenido en piloto automático. Pregúntate por qué te gusta lo que te gusta. Cuestiona las recomendaciones. Sal de tu burbuja. Busca cosas que el algoritmo no te mostraría. Lee algo largo. Habla con alguien que piense diferente.
Conclusión: somos la primera generación criada por una IA
La Gen Z es un experimento social en tiempo real. Somos la primera generación que creció siendo moldeada por algoritmos. Y todavía no sabemos qué significa eso a largo plazo.
Tal vez en diez años lo veamos claro. Tal vez nos demos cuenta de que perdimos algo importante. O tal vez entendamos que esto siempre fue inevitable.
Lo único seguro es que nuestra identidad ya no es completamente nuestra. Y eso da miedo. Pero también es fascinante.
Ahora dime: ¿tú crees que el algoritmo te define? ¿O todavía sientes que tienes el control?

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