La privacidad no ha muerto; ha sido redefinida. Ya no es el estado de estar solo, sino el esfuerzo constante de ocultar tu comportamiento ante un sistema de vigilancia omnipresente. La Generación Z ha crecido sabiendo que cada búsqueda, cada like y cada compra es un dato recopilado y monetizado.
La Vigilancia de los Datos y el Marketing Predictivo
La amenaza más grande no es que alguien sepa tu número de teléfono; es que el algoritmo de Big Data te conozca mejor de lo que te conoces a ti mismo. Los sistemas de vigilancia de datos no solo registran lo que haces, sino que predicen lo que harás. Saben si estás por dejar tu trabajo, si estás deprimido o si estás por embarazarte, a veces antes que tú.
Este conocimiento predictivo se usa para el marketing, pero también para la manipulación política y el control social. Tus datos son usados para crear un "tú" digital que es mucho más controlable que tu versión de carne y hueso.
La Performance de la Privacidad
Como respuesta, hemos desarrollado una performance de la privacidad agotadora. Usamos VPNs, ponemos cinta adhesiva a las cámaras, borramos el historial, y tenemos una cuenta finsta (Instagram falso) para la vida real y una cuenta pública para la vida curada.
Sin embargo, la realidad es que la desconexión total es prácticamente imposible. Nuestra vida laboral, social y económica está ligada a las plataformas que nos vigilan. La lucha por la privacidad se ha movido del secreto al control. Ya no buscamos que nadie nos vea, sino que queremos tener voz y voto sobre cómo se utilizan nuestros datos.
La pregunta real no es "¿Tengo privacidad?", sino "¿Cuánto poder estoy dispuesto a darle a las plataformas a cambio de la conveniencia?".

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