La tecnología avanza rápido: las gafas inteligentes con cámara ya no son ciencia ficción, son una realidad. Pero para la Generación Z, esa conveniencia viene con un costo que suena más invasivo de lo que muchos imaginaban.
En TikTok se viralizó un video donde una joven fue a una cita estética y descubrió que su esteticista llevaba unas Ray-Ban de Meta con cámara integrada. Aunque dice que estaban apagadas, la chica sintió que estaba grabada sin avisar. Esa sensación de “no sé si me están filmando” es justo lo que está molestando a muchos jóvenes.
El punto es que estas gafas tienen un trade-off: sí, puedes grabar manos libres, pero también aparecen preguntas incómodas sobre consentimiento, privacidad y límites sociales. La generación más conectada jamás se pregunta si grabar es útil, sino si es justo.
Algunos expertos dicen que este rechazo no es solo paranoia: es una señal de que la Gen Z no está dispuesta a sacrificar su intimidad por el hype tecnológico. En otras palabras, que no todo lo “futurista” merece ser aceptado sin aviso.
Meta, por su parte, defiende que sus lentes tienen una luz que indica cuándo están grabando, pero muchos usuarios han señalado que es fácil cubrirla. Además, el debate no es solo sobre lo que las gafas pueden hacer, sino sobre cómo debería cambiar la ética social para adaptarse a estas nuevas herramientas.
Es un choque generacional: la tecnología quiere normalizar lo que antes era invasivo, y la Gen Z, con su escepticismo digital, no está dispuesta a ceder terreno tan fácilmente.
¿Vale la pena renunciar a la privacidad por la comodidad de grabar sin manos? ¿O deberíamos poner límites más claros antes de ponerle cámara a nuestros ojos?

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