-->
   
     
             
Análisis crítico de tech, memes y cultura digital. Cortito, ácido, sin hype. Tu dosis de caos creativo para la mente 🧠

Por qué los Gen Z están renunciando en masa y no es por "falta de compromiso"

Joven relajado en el sofá viendo su Macbook


Tres meses en su primer trabajo "de verdad", mi prima renunció. Sin backup, sin plan B, sin ese speech de "voy a emprender". Simplemente dijo "no puedo más" y se fue. Su jefe la tildó de inmadura. Su familia de irresponsable. Ella los miró a todos y preguntó: "¿Para qué seguir si esto no va a ningún lado?"

Y acá estamos, desempacando la gran renuncia generacional que los medios boomers no logran entender.

No es flojera, es matemática básica

Empecemos con los números porque, spoiler: nuestra generación no está loca, está haciendo cuentas.

Un sueldo entry-level promedio no alcanza para alquilar un monoambiente. Olvidate de comprar una casa antes de los 40. La jubilación es un mito urbano. Y el famoso "esfuerzo sostenido" que nos vendieron nuestros viejos ahora se llama burnout y requiere terapia.

Entonces cuando el jefe nos dice "hay que poner la camiseta", nosotros preguntamos: ¿para qué? ¿Para trabajar 10 años y no poder independizarme igual?

No es falta de ética laboral. Es tener los ojos abiertos.

El contrato social se rompió hace rato

Nuestros abuelos trabajaban 40 años en la misma empresa y se jubilaban con pensión. Nuestros padres cambiaban de empresa cada 5-10 años buscando mejores condiciones. Nosotros cambiamos cada 18 meses porque la lealtad empresarial murió antes de que naciéramos.

Las empresas nos despiden por email, nos reemplazan en una semana, y luego esperan que nosotros les demos "todo". ¿En serio?

Un estudio reciente mostró que el 75% de los Gen Z planean cambiar de trabajo en el próximo año. Los titulares decían "la generación sin compromiso". La realidad es: la generación que aprendió a no comprometerse con quien no se compromete con ellos.

El mito del "trabajo soñado"

Nos criaron con TED Talks que decían "encuentra tu pasión y nunca trabajarás un día de tu vida". Luego descubrimos que convertir tu pasión en trabajo es la forma más rápida de odiar lo que amabas.

Los millennials compraron esa promesa. Nosotros vimos cómo terminó: gente quemada a los 30, haciendo lo que "aman" pero odiando cada segundo.

Así que le bajamos las expectativas al trabajo. No necesitamos que nuestro empleo nos "defina" o nos "realice". Necesitamos que nos pague lo suficiente para vivir dignamente y nos deje tiempo para hacer lo que realmente nos importa.

Suena menos romántico, pero es más honesto.

La cultura del hustle nos vendió humo

Durante años, influencers millonarios nos dijeron: "trabaja 18 horas al día", "sacrifica tu juventud", "duerme cuando estés muerto". Y nosotros, ingenuos, lo intentamos.

Resultado: ansiedad crónica, ataques de pánico en plena reunión de Zoom, y una generación entera en terapia antes de los 25.

El "rise and grind" se reveló por lo que siempre fue: propaganda para que trabajes más por menos mientras alguien más se hace rico con tu esfuerzo.

Y nosotros dijimos: no, gracias.

Trabajo remoto: el parteaguas generacional

La pandemia nos mostró algo que nuestros jefes querían mantener oculto: la mayoría de los trabajos de oficina se pueden hacer desde cualquier lado.

Entonces cuando nos dicen "volvé a la oficina porque necesitamos el trabajo en equipo", traducimos: "no confiamos en vos y queremos controlarte".

No es que odiemos la oficina. Odiamos perder 3 horas diarias en transporte para hacer lo mismo que podríamos hacer desde casa. Odiamos la micro-vigilancia. Odiamos fingir que estamos ocupados cuando no hay nada que hacer.

Y si eso nos hace "malos empleados", entonces tal vez el problema no seamos nosotros.

Mental health no es un benefit, es un derecho

Nuestros padres se tragaban el estrés y lo llamaban "responsabilidad". Nosotros lo llamamos por su nombre: explotación.

Cuando un trabajo nos está destruyendo mentalmente, renunciamos. Y no, no es debilidad. Es supervivencia.

Las empresas ofrecen "día de salud mental" como si fuera un premio, cuando en realidad deberían preguntarse por qué su cultura laboral enferma a la gente en primer lugar.

Preferimos renunciar y ser meseros mientras buscamos algo mejor, antes que quedarnos en un lugar que nos está matando lentamente.

El lado incómodo que nadie menciona

Okay, seamos honestos: no todos los que renuncian tienen un plan maestro. Algunos lo hacen impulsivamente. Otros porque pueden darse ese lujo económicamente. Y hay mucho privilegio en poder decir "renuncio sin tener otra cosa".

No todos tenemos ese colchón financiero. Muchos estamos atrapados en trabajos horribles porque no podemos darnos el lujo de renunciar.

Pero incluso eso prueba el punto: si tantos Gen Z están dispuestos a renunciar sabiendo que pueden quedar en la nada, es porque el trabajo actual está tan mal que la nada parece mejor opción.

¿Qué queremos realmente?

No pedimos castillos ni sueldos millonarios. Pedimos cosas básicas:

- Pago justo por nuestro tiempo - Flexibilidad para balancear vida y trabajo - Respeto como seres humanos, no como "recursos" - Que no nos traten como desechables - Poder vivir, no solo sobrevivir

¿Es mucho pedir?

La verdadera revolución silenciosa

Esta ola de renuncias no es rebeldía adolescente. Es una generación completa diciendo: "el sistema está roto y no vamos a fingir que no lo vemos".

Cada renuncia es un voto de no confianza al modelo laboral actual. Cada "quiet quitting" es una protesta silenciosa. Cada Gen Z que prioriza su salud mental sobre la productividad está redefiniendo qué significa "éxito".

Y sí, tal vez no tengamos todas las respuestas. Tal vez algunos renuncien por razones equivocadas. Pero al menos estamos haciendo las preguntas correctas.

¿Renunciarías a un trabajo tóxico aunque no tengas backup? ¿O aguantarías "por las dudas"? ¿Qué es peor: quedarte donde te destruyen o saltar al vacío?


// INGRESA TU ANÁLISIS

0 Comentarios

Ajustar cookies