Estaba scrolleando sin pensar, como todas las noches. Ese momento zombie entre la cena y el sueño donde tu pulgar tiene vida propia y tu cerebro está en piloto automático. Y de repente apareció: un video de una chica hablando exactamente sobre la cosa que había estado evitando pensar toda la semana.
No era coincidencia. Era el algoritmo.
Y en ese momento tuve una realización perturbadora: TikTok me conoce mejor que mi terapeuta. Mejor que mis amigos. Tal vez mejor que yo mismo. Y no sé si eso es genial o aterrador. Probablemente ambas cosas.
Bienvenido a la era de la predicción emocional
Los algoritmos ya no solo saben qué te gusta. Saben qué vas a necesitar antes de que lo sepas tú. Pueden detectar patrones en tu comportamiento que ni siquiera eres consciente de estar mostrando. El tiempo que pasas viendo ciertos videos. Los que guardas pero nunca compartes. Los que ves completos vs. los que skippeas a los tres segundos.
Cada interacción es un dato. Cada pausa, cada like, cada video que revisitas a las 2 AM. El algoritmo lo registra todo. Y con esa información, construye un perfil psicológico tan preciso que da miedo.
¿Estás empezando a sentir ansiedad por tu futuro profesional? El algoritmo te va a mostrar videos de "quarter life crisis" y carreras alternativas. ¿Tu relación está en una etapa complicada? Prepárate para una avalancha de contenido sobre attachment styles y red flags. ¿Te sientes solo aunque estés rodeado de gente? Aquí viene el "doom scrolling es una forma de autolesión emocional" thread.
Es como tener un amigo omnisciente que siempre sabe exactamente qué decirte. Excepto que ese amigo no es tu amigo. Es una máquina diseñada para mantenerte pegado a la pantalla el mayor tiempo posible.
La ilusión de autenticidad
Lo más loco es que todo se siente orgánico. Se siente como si estuvieras descubriendo cosas por tu cuenta. Como si el universo te estuviera enviando señales. Como si fuera destino que justo hoy apareció ese video que habla exactamente de lo que estás pasando.
Pero no es destino. Es ingeniería.
Los creadores de contenido también lo saben. Por eso todos los videos virales tienen esa estructura de "¿alguna vez te has sentido X?" o "nadie habla de Y pero todos lo experimentamos". Porque el algoritmo premia la universalidad emocional. Premia el contenido que hace que la gente sienta "wow, esto es exactamente lo que necesitaba escuchar hoy".
Y funciona. Funciona increíblemente bien. Porque todos queremos sentirnos vistos. Queremos sentirnos entendidos. Y cuando un extraño en internet pone en palabras esa cosa vaga que sentías pero no podías articular, te sientes menos solo. Te sientes validado.
El problema es que esa validación viene con un precio: tu atención. Tu tiempo. Y cada vez más, tu sentido de agencia sobre tu propia experiencia emocional.
Cuando el For You Page se convierte en un espejo distorsionado
Aquí está lo peligroso: el algoritmo no te muestra quién eres. Te muestra quién sus datos sugieren que eres. Y hay una diferencia enorme entre esas dos cosas.
Si pasas por una mala racha y empiezas a consumir contenido triste, el algoritmo va a asumir que eso es lo que quieres ver. Y te va a dar más. Y más. Hasta que tu feed es un pozo de negatividad que refuerza exactamente el estado mental del que estabas tratando de salir.
Es un loop de retroalimentación. Tus emociones afectan lo que consumes. Lo que consumes afecta tus emociones. Y el algoritmo está ahí, en el medio, optimizando para engagement sin importar si ese engagement es saludable o no.
He visto gente caer en rabbit holes de contenido sobre "la vida no tiene sentido" o "todos estamos condenados" simplemente porque un día vieron un video existencialista y el algoritmo decidió que esa era su nueva personalidad. Y de repente, su realidad digital es depresiva, aunque su realidad real no lo sea tanto.
La pérdida del descubrimiento genuino
¿Recuerdan cuando encontrar algo nuevo en internet se sentía como encontrar un tesoro? Cuando pasabas horas explorando, cayendo en wikis random, descubriendo bandas obscuras, leyendo blogs de gente extraña y fascinante que nunca hubieras conocido de otra forma.
Ahora todo viene pre-masticado. Pre-seleccionado. El algoritmo decide qué merece tu atención. Y sí, es eficiente. Pero también es limitante.
Porque el algoritmo te da lo que predice que quieres. No lo que podrías querer si lo descubrieras por accidente. No esa cosa rara que desafía tus gustos actuales y te abre a algo completamente nuevo.
Vivimos en burbujas de filtro tan sofisticadas que ni siquiera nos damos cuenta de que son burbujas. Pensamos que estamos explorando, pero en realidad estamos atrapados en un laberinto diseñado específicamente para nosotros. Un laberinto cómodo, pero laberinto al fin.
Aprender a hackear el algoritmo (o liberarse de él)
No voy a decir que elimines todas tus apps. No voy a hacer ese speech de "vuelve a la vida analógica". Porque seamos realistas: no va a pasar. Las redes sociales son infraestructura social ahora. No puedes simplemente salirte sin consecuencias.
Pero sí puedes ser más consciente. Puedes empezar a notar cuándo el algoritmo está manipulando tu estado de ánimo. Puedes buscar activamente contenido que desafíe lo que el algoritmo cree que eres. Puedes limpiar tu feed cada cierto tiempo, confundir al sistema, introducir aleatoriedad.
Porque aquí está la verdad: el algoritmo solo tiene el poder que tú le das. Es bueno. Es muy bueno. Pero no es infalible. Y definitivamente no es tu amigo.
Es una herramienta. Una herramienta increíblemente sofisticada que puede enriquecer tu vida o consumirla. La diferencia está en si tú lo usas o él te usa a ti.
Y la mayoría del tiempo, seamos honestos, es lo segundo.
Pero hey, al menos ahora lo sabes. Y saber es la mitad de la batalla. La otra mitad es tener la fuerza de voluntad para cerrar la app cuando el algoritmo te está mostrando exactamente lo que quieres ver.
Spoiler: esa parte es mucho más difícil.

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